Hoy nos queremos meter en un tema muy importante: la portabilidad financiera y su relevancia en el mercado inmobiliario.
En muy resumidas cuentas, la portabilidad financiera es un sistema similar al de la portabilidad de telefonía móvil. Entró en vigencia en septiembre del 2020 con el objetivo de aumentar la competencia, mejorar las condiciones de los consumidores y reducir costos y tiempo.
Para portarse se pide al banco un “certificado de liquidación” gratis online, que detalla los productos vigentes y debe ser entregado al cliente en un máximo de 5 días hábiles.
Con él se puede cotizar y comparar condiciones. Luego se hace una "solicitud de portabilidad" a la nueva institución.
Al portarse, el cierre de productos los hace el nuevo banco o institución en vez del cliente. Y existen dos modalidades para portarse: con subrogación o sin subrogación. Las dos formas implican hacer un nuevo contrato por el producto o el servicio: hay que dejar por escrito que ahora es otro el banco o la contraparte involucrada.
¿Qué diferencia hay entre portarse con o sin subrogación?
En la portabilidad con subrogación lo que se hace es en cierta forma equivalente a pedir un nuevo crédito para pagar el préstamo que quieres portar. Esto mantiene algunos elementos del crédito inicial.
En la portabilidad sin subrogación lo que se hace es pedir el término de la relación con el proveedor del préstamo inicial. Esto permite “reemplazar” los productos o servicios con un nuevo proveedor. Ojo, que para portarse sin subrogación hay que cumplir algunos requisitos que permitan cerrar por completo la relación con el banco o la contraparte inicial.
Simplificándolo un poco más: La portabilidad con subrogación hace que el nuevo banco mantenga contacto con el antiguo, mientras que en la sin subrogación el nuevo banco paga al primero y se empieza "fresco". Por eso se piden más requisitos.
La portabilidad financiera disminuye el tiempo en trámites
En el caso de los créditos hipotecarios, la portabilidad con subrogación ha agilizado todos los trámites.
Antes, si querías cambiarte de una institución a otra, tenías que pedir un alzamiento de garantía, dejar libre la propiedad para que pudiese ser usada por dicha entidad, ir con ella al notario para establecer la escritura con las condiciones crediticias, ir al Conservador de Bienes Raíces para que la garantía reflejara las nuevas condiciones crediticias acordadas, etc.
Pero con la portabilidad financiera todo este proceso cambió.