¿Leíste El Principito? Si lo leíste o viste alguna adaptación seguro recuerdas la reflexión del rey en su planeta:
“-Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?”.
Muy bien, si tu contrato de arriendo exige que ambas partes vuelen de flor en flor como una mariposa, o escriban una tragedia o se transformen en ave marina, ¿crees que podrías hacer valer dicho acuerdo ante un juez?
Sorpresa: no, lo más probable es que no podrías.
Un contrato de arrendamiento es un acuerdo escrito que tiene ciertos límites, por eso revisaremos rápidamente qué puedes incluir en él y qué no.
Como te hemos contado en otros artículos de nuestro blog, es muy importante que el contrato especifique todo de la forma más precisa posible.
Esto incluye identificar al propietario y arrendatario, describir la propiedad que será usada temporalmente, el pago que se dará a cambio de esa utilización y una serie de otros detalles.
Básicamente no se puede incluir nada contrario a las leyes.
Si pones algo que esté dentro del marco legal, pero abusivo o sin sentido o etc, existe la posibilidad (no la certeza) de que ante un juez se invalide dicho punto.
Como podrás imaginar, en el contrato de arriendo debe quedar fuera cualquier acuerdo que sea contrario a la ley.
Sí, se trata de un documento que formaliza las condiciones acordadas por las partes, pero siempre -siempre- está supeditado a acuerdos mucho mayores: las leyes del país en que estás firmando.
En segundo lugar, ten en cuenta que un contrato de arrendamiento tiene cierta “naturaleza”.
Se llama “de arriendo”, no “de cocina” o “de baile”. Intenta dejar la cocina, el baile y otros aspectos que no sean relevantes para el arriendo fuera de él.